Se puede decir que estas vacaciones han sido de todo menos planificadas.
Todo empezó el lunes a las 8 de la mañana, cuando Lamilitar vino a
buscarme a casa. El viaje de ida sin percances, salvo una pequeña
confusión al coger el desvío de la A7, pero yo como iba dormida, ni me
enteré.
Nada más llegar al apartamento, Larubia insinuó que se
encontraba mal, así que se echó a dormir arriba y nosotras nos fuimos a
comprar la comida. Pasamos la tarde en la piscina y por la noche caímos
rendidas… yo con la tontería de haber estado sola en casa, llevaba tres
noches sin dormir, fuente.
Segundo día
Al día siguiente,
Larubia seguía encontrándose mal, así que la acercamos a urgencias. La
doctora nos dijo que se trataba de un virus, la recetó un jarabe y un
antibiótico y dijo que solo necesitaba reposo, pero que si se encontraba
peor, la llevásemos otra vez.
Los medicamentos la dejaron
profundamente dormida y nosotras aprovechamos para bajar un rato a la
playa. Estando en la playa, vi como las demás se iban a jugar al
voleibol con unos chicos mientras yo me quedaba hablando por teléfono en
la orilla de la playa.
Los chicos nos comentaron que aquella noche había una fiesta hawaiana en un bar cercano y que nos pasáramos.
Por
la noche, Larizos, Lamilitar y yo nos fuimos a ala fiesta mientras
Lamimosa y Larubia se quedaban en el apartamento reposando.
La
fiesta estaba poco animada al principio, hasta que llegaron los chicos
del voleibol y llenaron el local (eran ciento y la madre).
En un
descuido, me quedé sola en la barra y se me acercó un chaval a contarme
su vida y milagros. Yo no escuchaba la mitad de lo que me decía, pero
sonreía y afirmaba con la cabeza como si escuchase atentamente la
historia. Luego me pidió le teléfono, con la frase típica de “Dame tu número y te doy un toque para que tengas el mío”,
que es una frase de acorralamiento porque no te deja alternativa (por
cierto, se tiró toda la semana enviándome sms). Le di el número y nos
fuimos a una discoteca, yo al volante y las demás como cubas pegando
gritos por la ventanilla. En una cuesta se me fue la marcha y el coche
se caló, yo creía que nos caíamos al mar, pero Larizos tiró de freno de
mano y salvó la situación… menos mal.
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